domingo, 29 de julio de 2007

Afrika en mi corazón

Acabo de aterrizar de un viaje a Namibia, Bostwana y Zimbabwe. Es difícil de explicar, aunque se puede resumir en una frase: cuando despegó el avión un trozo de mi alma se quedó allí. Las ganas de volver son tan fuertes que ahora mismo puedo asegurar que no quiero morir sin volver. Mis pupilas han visto muchas cosas. La mirada del turista es como si viera una foto durante unos breves instantes: sólo es capaz de captar lo más importante. En mi foto podría resaltar las dunas rojas del desierto del Namib, las miles de focas de Cape Town, las cataratas Epupa o Victoria, los cientos de fieras (leones, elefantes, jirafas, cebras, etc.), el insuperable amanecer, la tristeza del crepúsculo o el maravilloso cielo estrellado comandado por la Cruz del Sur. Pero parte de mi corazón se quedó allí por la sonrisa de los Himbas, la mirada serena y transparente de los niños, ... pero sobre todo por la melancolía y tristeza de los zimbabwenses. Si hay algún pueblo maldito en la faz de la tierra, éstos son ellos.
No sé si podré, pero intentaré poner en este blog algunas de las reflexiones que a modo de "cuaderno de bitácora" fui recogiendo durante el viaje.
P.D. Desde aquí quiero rendir homenaje a Gabriel Tortosa, compañero de trabajo que viajó para conocer nuevas culturas y encontró inesperadamente la muerte en Yemen. Descansa en paz, Gaby.
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