domingo, 22 de noviembre de 2009

Adiós Dios

Para que no se enteren de que me he marchado he dejado todo como si aún estuviera aquí: guerras, hambre, destrucción, odio…vamos, lo normal desde siempre. Por eso, me olvido de trompetas de Jericó y demás monsergas. No merece la pena ni una sola nota musical por muy celestial que sea. Lo que más me duele es que mi huída no creo que apene a nadie, y menos después de la carta tan breve que he escrito: “me voy de este mundo, ya nadie me hace caso. Firmado, Dios”