domingo, 10 de agosto de 2008

...como un bebedero de patos


Hoy he tenido una experiencia nueva. No había ido nunca en bicicleta de montaña. Eso de los piñones como mucho lo había escuchado porque se le echa a los panallets. La última vez que salí en bici, y era de carretera (de esas finuchas, no como las de montaña, que parecen búfalos), fue cuando aún era joven y apuesto.
Los cambios de plato y piñones para mí eran un misterio tal que ríete del de la sábana santa. Una vez puesto encima de la bici con un atuendo más propio de un dominguero (eso sí, con casco reglamentario y guanteletes aireados) que de un verdadero outsider a coronar el Puig de la Creu (montañita que está al lado de la Mola que a su vez está al lado de mi pueblo), me he puesto a pedalear. Y ya a la primera acojone: una bajada y sin saber ni cómo frenar como no fuera estilo Pedro Picapiedra: con los pies.
El resumen es el siguiente: He hecho más eses que un borracho al volante; me he caido, casi a camara lenta cuando mi amigo alberto me ha dicho: ¡¡¡ayer 7-3, ¿eh?!!!!; se refería al hattrick, pero yo creía que me quería hablar del cambio de marcha, me he acercado tanto que mi manillar se ha enganchado a su bolsillo y catacrack!!! Tengo la pierna y el brazo que parece que he sido arañado por una manada de gatas en celo!!!!; y del trasero...solo decir que ahora mismo mi mejor amigo es un flotador de patito.
¡¡¡ya me han visto más!!! Pero, como siempre, he aprendido una cosa: a cambiar de piñón, necesario si no quiero cambiar de piñata con antelación.

P.D. estoy a la espera que me envíen una foto para conmemorar el evento.