Nuevo cuentecito para la cadena Ser. Como sabían que no había enviado ninguno, decidieron la semana pasada postponer el envío de relatos para que me diera tiempo a hacer uno. Este es el resultado de dos semanas rebanándome el seso:
"¿Cómo se llamaba?" Las gotas de sudor frío resbalaban por la blanca barba del druida como rocío primaveral. Su aspecto venerable, altivo y erudito estaba dando paso a un ser mustio y mal pergeñado. El último ingrediente para preparar la poción mágica había desaparecido de su senil memoria como jabalí engullido por Obélix. Decididamente, tenía que pasar el secreto a alguien. A cualquiera menos al bardo. Podía dar gracias a Tutatis de no tener a los romanos en formación de tortuga a las puertas del poblado. Aguzó el oído: "Un momento: ¿es eso ruido de cornetas?"
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