martes, 6 de noviembre de 2007

Sonrisas y lágrimas: una maratón desde el asfalto


Km. 1: "Espero acabar, pero como me duela el cachete lo dejo, no vaya a ser que toda mi vida vaya diciendo: sí, acabé la maratón, pero me quedó toda la vida un dolor en el cachete derecho". Queda muy mal.
Km.5: Pasamos por un campo de golf (eso sí que es sacrificio, tener que meter la pelotita en un agujero). Por supuesto, cayó el chiste del golf. Aún estaba fresco.
Km. 10: A trote cochinero y no me duele nada. Sigo y que sea lo que dios quiera. Fuerzas intactas y chiste de la serpiente que le pica en... al expedicionario. Uno se tiene que retirar por un flato, supongo que no será por reirse del chiste malo. Aún no dan ganas de matar al que anima diciendo:"ya queda poco".
Km. 15: Comienzan a caer los kilómetros y se empiezan a cargar los músculos, pero las conversaciones siguen girando a temas banales como el parte meteorológico, el barça y el primo de rajoy. Aún sonrío a los que están en las terrazas haciendo el aperitivo.
Km. 20: Casi la mitad de la carrera. Los temas banales dan paso a preguntas como "¿cómo vas, Joaquín?" con la vana esperanza que responda: "macho, vamos a parar en este bareto y nos tomamos una caña, que esto es muy duro". Por desgracia, la contestación suele ser: "bien".
Km. 25: Madre mía los "mugrons". Por más vaselina que me he puesto tengo unos pitones que ríete de Islero. Pienso en positivo: así podré entrar un segundo antes en meta. Casi todas las conversaciones ya versan sobre cómo vamos de fuerzas. Primeros abandonos. La frase más utilizada: "tira tú, que yo voy a mi ritmo". Se disgrega el grupo, pero aún vamos más o menos en cuadrilla.
Km. 30: solo. Empieza verdaderamente lo que es la maratón, la lucha contra tí mismo y contra la madre que parió al payo que la inventó. Los músculos se agarrotan y los "mugrons" empiezan a sangrar. Me acuerdo de la cara del que me vendió la camiseta y le tiro dardos envenenados virtuales. Y unas ganas locas de matar al que dice "ya queda poco".
Km. 35: el puñetero muro. Lo paso con más pena que gloria pero, eso sí, sin haber parado. Primer triunfo. Pero los comentarios de los que vas corriendo y sufriendo un ratito a su lado suele ser: "sólo a unos tontos se les ocurre perder el domingo con esta chorrada". Esa frase tan bien trenzada sólo podía ocurrírsele a un tal Cervantes. Así se llamaba el poeta.
Km. 36: Primeras rampas en los cuadriceps, normales debido al tiempo infernal (otro asaeteado: el del tiempo que decía que iba incluso a llover). Mi principal objetivo a partir de ahora es encontrar algún arbolito para poder estirar un poco y llegar.
Km. 40: entrada "triunfal" en el canal olímpico. Parece corto, pero tiene dos km. de cuerda el muy c... Qué largo se hace, dios. Pero aunque sea arrastrándome llego.
Km. 42 y pico (anda que no se hacen largos ese pico): llegada, casi a sprint, aunque me muera en la línea de meta. Ahora sí que suenan bien las palabras "venga que ya llegas". Lágrimas, foto más tieso que una mojama y pacasa.