- “Yo te llevaré un ventilador”
- ¿Y qué clase de artilugio es ese?, adujo el profesor ante la mirada atónita del resto de alumnos.
- “Proporciona viento donde sólo hay aire”
- “Eso no sirve de nada ni tiene futuro, ni tú tampoco. Fuera de mi clase.” Espetó el maestro con gesto inequívoco de expulsión.
El joven pensaba que sus días de inventor se habían acabado y sus bocetos quedarían inacabados para siempre. Pero el pequeño Michelangelo salió en su búsqueda y le gritó: “No dejes que nunca nadie, ni el que creas que es el más sublime de los seres, pisotee tus ilusiones, Leonardo”.