sábado, 22 de diciembre de 2007

Como la luz que guía mi camino

Mar adentro, mar adentro,

y en la ingravidez del fondo donde se cumplen los sueños,

se juntan dos voluntades para cumplir un deseo.


Un beso enciende la vida con un relámpago y un trueno,

y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo;

es como penetrar al centro del universo;


El abrazo más pueril, y el más puro de los besos,

hasta vernos reducidos en un único deseo:

Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo,

sin palabras: más adentro, más adentro,

hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos.


Pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto

para seguir con mi boca enredada en tus cabellos.