viernes, 19 de octubre de 2007

“Ese viene a por ti”. Ese pensamiento retumbó en mí como si me hubiera explotado un saco lleno de dinamita. Mi bisoñez y mi placa reluciente de sheriff recién nombrado chocaba directamente con el tipo que tenía frente a mí, el forajido más buscado y terrible de la comarca. Su bigote, barba rala y mirada perruna empequeñecía a cualquiera. Tensión, miradas penetrantes y ojos clavados en las manos: Un solo segundo me separaba de ser un héroe a una muesca más en su revólver. Disparos. Le doy mil gracias a la avispa que le picó justo cuando apretaba el gatillo.