martes, 23 de octubre de 2007

Josefa garces, María garces y Paca garces: cercanías Renfe

En toda la frente: he salido a las 6 y media del trabajo y ya me ha venido el tufillo a catástrofe a 200 mts. de la estación. No sé, veía algo raro, como cuando ves volar bajo al grajo y sabes que va a hacer frío del carajo. Había gente por los alrededores de la estación como un poquitín nerviosa. Me he dicho: tate, aquí hay kakao!!!! Pero yo, sin inmutarme, he pensado: "no voy a tener mala suerte siempre. Seguro que bajo al andén y en un minuto viene el mío". Meto el billete, bajo por las escaleras (que por cierto, un poco más y me tira un tipo al cual se le escapaba el tren a hospitalet) et ¡¡¡voilà!!!: un minuto y viene el tren. Objetivo: llegar pronto a casa para encender el ordenador.
Marabunta para entrar en él (según decían, hacía más de 20 minutos que no pasaba ninguno) pero con mis clases de escapismo estilo "el ilusionista" (gran película, también lagrimera) logro entrar no sin antes recibir un pisotón. Por supuesto, no he logrado sentarme, pero me he dicho: "ya estoy dentro, en un momento en casa".
A duras penas se han podido cerrar las puertas, pero se han cerrado. De pié, sin poder sacar nada para leer y con mi mp3 escuchando canciones variadas (Serrat, Linkin Park, U2, Creed, Hell is for Heroes,...) En 5 minutos el vagón se llena de un olor mezcla entre cuadra, humedad y carne putrefacta que apesta. Pero uno está ya acostumbrado y casi mimetizo ese olor cambiándolo por una fragancia a Blue Jean de Versace.
Primera parada: Plaza de Catalunya. Casualidades de la vida (o ley de murphy, como se dice ahora): un tipo que estaba sentado al fondo del tren quiere salir. Saca los codos y prácticamente se abre camino a bayonetazos, entre ellos casi se lleva mi mp3. Igual también era hevyata. Salen 3 y quieren entrar 300, entre ellos un par de guiris (se les veía a la milla, mirando para todos lados pensando: "este tren seguro que es el que va a Blanes"). Logran entrar la mitad, así que si antes pareciámos sardinas, después parecíamos lasaña. Y aún quedaban dos paradas de las denominadas "nacho vidal" es decir, que meten más que sacan (personas, se entiende jeje): arc de trionf y sant andreu arenal. Eso es lo que necesitábamos, un triunfito para amenizar la "travesía del desierto" (me conformaba con el bustamante, hasta ahí llegaba mi desesperación) y un santo playero (por lo de arenal, lo aclaro por si acaso no se entiende) para arreglar tal desaguisado. En la primera lo mismo: caras de desesperación en los que querían entrar (para grabar esas caras y ponerlas en youtube: son semejantes a las mías cuando acabé la matagalls: desencajadas, con los ojos saliendo de las órbitas y con una mueca que se pone cuando tu equipo de fútbol falla una ocasión de gol. Pero ahí estaba, impasible, con el objetivo intacto: darle al botoncito del ordenador al llegar.
Tres paradas habían pasado pero parecía haber recorrido la maratón des sables (100 km. por el desierto). Ya casi estaba fuera del túnel oscuro, negro, frío e impersonal!!! podría por lo menos ver algo de luz, algo de vida. El renacer de los sentidos.
Uno puede imaginar lo que pasó después: se para justo a 50 mts. antes de salir del túnel.
Lo siguiente es fácil: casi un cuarto de hora parados; en cada estación paradas de más de 10 minutos, marabuntas para arriba y para abajo y me he podido sentar a tan sólo 3 paradas antes de llegar a puerto.
Resumen: llego tan cansado que lo único que quiero es irme a la ducha a que se me quite el pestazo de todos sitios y ahora, después de escribir esto, para el sobre, no sin antes haber tenido que escuchar a la ministra diciendo que "los usuarios tengan paciencia". Me reservo mi pensamiento.