martes, 16 de octubre de 2007

La sombra del Baobab



Los viajes sirven para muchas cosas: para huir de la rutina diaria, por ejemplo; para conocer, aunque sea brevemente, otras gentes...otros mundos. Pero también para volver a esos sitios a través de un arma poderosa y no siempre bien utilizada: la imaginación. Y sobre todo para animarme cuando estoy un poco decaído. Nunca olvidaré la cara de la leprosa en Benarés (India) y su deseo de vivir un día más (tremenda lección, mejor que varias cajas de prozac); pero hoy por ejemplo me he acordado de un árbol, sí, un árbol alto y grande que, según la leyenda los dioses, despreciándolo, lo tiraron lejos, muy lejos, y cayó en África y del revés. Un árbol no suele dar pena. Pero éstos, los baobabs, en su inmensidad, dan una sensación de calidez y "buenas personas" que ya me gustaría a mí encontrarlas en muchos humanos. Su sombra me hizo ser mejor. Tremenda suerte, sin duda.